La Patria empresaria

Por Convocatoria el 08-01-2024

Con un capitalismo global que desde 2007 se encuentra sumido en la más prolongada crisis que haya vivido desde su nacimiento.
Con un mundo multipolar que se va imponiendo haciendo peligrar la hegemonía estadounidense y la necesidad voraz del capital que no duda en promover las guerras necesarias para su salvación, sea en forma sigilosa a través de la guerra del hambre en la que ha sumergido a más de 700 millones de ser humanos en el mundo a una miseria infinita o las guerras manifiestas, armadas, a través del brazo ejecutor de la OTAN, destruyendo pueblos enteros.
Con el ascenso del fascismo en la última década, que fue tomando países de Europa, llegando también a nuestra América financiados y alentados por los grandes capitales que necesitan del saqueo sin limitación alguna a sus ganancias.
Con democracias vacías, al servicio siempre de las corporaciones multinacionales, saqueando nuestros territorios a veces solapadamente y otras veces en forma expresa.
Con dirigencias políticas manifiestamente cipayas algunas y otras con ropaje de izquierda, funcionales al capitalismo global, abandonando toda idea que signifique realizar un cambio real y profundo que permita crear un horizonte diferente para nuestros pueblos.
Con estos ingredientes y algunos más, llega Milei al gobierno de Argentina para profundizar el modelo económico que en cuatro décadas gobierna nuestro país y que arrinconó a más de un tercio de la población a la pobreza eterna.

Apenas asumido el Gobierno, implementó la primera fase del ajuste confeccionado a la medida de los grupos económicos concentrados y el FMI. Un ajuste que ataca a los sectores medios, la clase trabajadora y la pasiva. El objetivo es realizar las reformas estructurales necesarias para terminar de entregar el país al saqueo de los grandes capitales internacionales.

El Decreto de Necesidad de Urgencia presentado el ultimo 20 de Diciembre y la Ley Ómnibus, son un retroceso para las necesidades y derechos de la clase trabajadora al dejarla indemne en manos del mercado, entregando lo poco que nos quedaba de soberanía nacional y los resabios de un Estado Benefactor que se fue desmantelando en forma paulatina e incesante en estas últimas cinco décadas.
Medidas que entregan al pueblo trabajador a la voracidad de los grupos económicos concentrados y poderosos que cuentan con las mejores condiciones para el saqueo, multinacionales como Techint, Arcor, Ledesma, Mercado Libre, La Anónima, el JP Morgan, empresas de medicina prepaga, Farmacity, grandes petroleras, entre otras, vivirán una época dorada para sus ganancias.
Un análisis imprescindible de cómo llegamos a esta situación merecería un editorial en sí mismo. Remarcamos en especial aquellas condiciones que necesitan ser revisadas para forjar un genuino camino de resistencia que no transite aquellos que, entendemos, llevan a vía muerta.

Como cualquier acción política, la Resistencia requiere conciencia de clase y organización. En las últimas décadas fue dejado de lado por dirigencias políticas progresistas e izquierdas parlamentarias que, bajo el ala del pragmatismo y la resignación, abandonaron la lucha por la transformación real de las estructuras económicas que conducirían a nuestro país a un horizonte liberador.
El contexto internacional que acompañó la despolitización de grandes sectores de la clase trabajadora a partir de la caída del muro de Berlín y la configuración de un mundo unipolar fue un factor de mucho peso en este proceso.

La teoría de los dos demonios, el ficticio y ahistórico “Nunca Más” hicieron que el hecho rescatable de haber hecho parte de una organización revolucionaria se convirtiera en una mala palabra. Ni hablar de aspirar a la toma del poder por parte de la clase trabajadora. En el mejor de los casos el sueño mayor pasó a ser un imposible capitalismo de rostro humano que naturalizó el empobrecimiento de millones de argentinos y argentinas que durante generaciones fueron arrinconadas a la sobrevivencia.

El individualismo que se introdujo como veneno en nuestras venas, el consumismo que obnubiló a gran parte de la militancia que privilegió su salvación individual justificada en el pragmatismo político que cimentó la idea de que una transformación profunda fueran ideas anticuadas.
Muchas dirigencias y militancias fueron testigos pasivos del vaciamiento de los espacios de representación de la clase trabajadora, aceptaron que el único canal de lucha fueran los espacios institucionales que ofrece y controla la democracia burguesa que cada cuatro años se legitima con elecciones cada vez menos representativas. Creyeron en sus leyes y judicializaron los conflictos enterrándolos en el laberinto de una Justicia al servicio de los más poderosos.

La conciencia del pueblo retrocedió a la edad de piedra, el despojo de la clase dominante se autopercibió por el universo militante como algo inevitable y convirtió las devastadoras consecuencias del modelo económico sobre gran parte del pueblo en un problema de “derechos humanos”, como si fueran extralimitaciones de las corporaciones multinacionales quitándole el carácter estructural del problema: un capitalismo sediento de maximizar la ganancia a costa de la mayoría de la humanidad y el imperialismo consecuente para lograrlo.
Si el problema es estructural, entonces la solución necesaria también lo es. Intentar enfrentar al fascismo defendiendo una democracia que lejos estuvo de representar los intereses del pueblo trabajador evidentemente sólo contribuye al laberinto en el que nos encontramos. Porque la contradicción principal no puede ser de ningún modo la forma en que se garantiza el sostenimiento del modelo. Si la democracia liberal (como una forma imperfecta o capitalismo con algo de inclusión social) o un fascismo sin tapujos.

En ese contexto para Convocatoria SEGUNDA INDEPENDENCIA esa lucha de Resistencia no debería canalizarse a través de la lucha judicial o parlamentaria exclusivamente. Esto implica asegurar la gobernabilidad del sistema. Es el terreno que ellos manejan y terminará siendo un callejón sin salida.
Para enfrentar el gran aparato estatal (político, militar, económico, cultural y social) que sostiene este modelo económico planteamos impulsar la propia alternativa revolucionaria.
Implicará enfrentar el gran retroceso de derechos - fruto de la conquista de la clase trabajadora (aunque en la realidad ya hace tiempo que habían perdido su verdadera vigencia)- pero sólo como punto de partida de un proyecto verdaderamente emancipador.

No queda espacio para las medias tintas (que quedó claro después de estas últimas elecciones), la “negociación”, los discursos moderados y la defensa de la “institucionalidad”. Los tiempos no deberían ser marcados por los calendarios electorales, el tiempo nuestro es el adquirir la fuerza suficiente como pueblo trabajador para defender nuestros propios intereses.

La única forma que permitirá una verdadera salida es la de organizarse luchando en cada instancia, frente a cada necesidad como pueblo trabajador que permita resolver los problemas que genera la explotación, llevando la discusión a cada rincón de nuestro país, pero inscribiendo siempre esas luchas en un horizonte estratégico que permita nuestra liberación y romper las cadenas de la explotación capitalista e imperialista.

Por eso Convocatoria Segunda Independencia sólo puede ofrecer ese puesto de lucha, de consolidación de la herramienta revolucionaria que permita transitar un camino distinto hacia nuestra Liberación, a sabiendas que no es fácil, que tenemos que formarnos y que los tiempos serán los necesarios en el proceso de lucha de clases que iremos recorriendo.
 
 





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