El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en economía política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, que le provee de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre
Friedrich Engels
Sin lugar a dudas, vivimos una de las épocas más sombrías de nuestra humanidad. Con economías que bailan al son del modelo capitalista e imperial que se impone en casi todos los rincones del mundo.
Y con defensores del capitalismo explotador como el Gobierno Argentino y otros de Nuestra América.
Nuestro país no es ajeno a ello, en particular después de la derrota que sufrieran las organizaciones revolucionarias en la pasada dictadura militar.
Los planes de explotación y sometimiento de la Dictadura se cumplieron con gobierno elegidos.
Hoy hay más exclusión de la mayoría de nuestro pueblo y una desigualdad sin precedentes en nuestra historia.
Y así, hemos ido perdiendo a través de estas últimas décadas, al compás de cada cierre de fábrica y la entrega de nuestro mejor patrimonio al voraz capitalismo financiero, los mejores sueños de una país libre e independiente.
Uno de los impactos más fuertes de este proceso en nuestro pueblo ha sido sin duda el trabajo, no sólo por la pérdida masiva de puestos de trabajos con lo que ello ha significado para el destino de sus familias, sino en la pérdida de su sentido en lo que significa para la realización del ser humano en toda su dimensión.
El desempleo masivo fragmentó la vida cotidiana de los hombres y mujeres sin trabajo, promoviendo el desencanto, la resignación y la aceptación de condiciones de vida alejadas de cualquier dignidad.
Gran parte de nuestro pueblo se encuentra en condiciones sumamente precarias, sin trabajo estable, sin vivienda y con un porvenir desesperanzado. El sobrevivir se ha convertido así en su única utopía.
Pero también, en forma paralela, la noción misma del trabajo ha sufrido un inmenso retroceso en las mentes y las ideas de hombres y mujeres del Pueblo.
Para Convocatoria SEGUNDA INDEPENDENCIA nos resulta indispensable volver a discutir su verdadera dimensión, en especial para aquellos y aquellas que pensamos aún que es posible una sociedad sin explotados y explotados.
A su vez entendemos que siendo el Estado el principal instrumento de la explotación, no queda otro camino que enfrentar y derrotar al Estado opresor y ponerlo a disposición de los trabajadores y el Pueblo y las organizaciones que lo representen.
Y no estamos hablando de las viejas burocracias sindicales que siguen ofreciendo las condiciones para que los y las trabajadores acepten el trabajo en sus peores formas, las cuales han sido legitimadas permanentemente por la dirigencia política cómplice, que recitan al compás de los organismos internacionales su única aspiración de “trabajo decente” porque hablar de dignidad es una palabra demasiada ambiciosa para los intereses capitalistas.
Tampoco hablamos del trabajo en abstracto que esconde la enajenación a la que someten a la clase trabajadora, que se convierte en tortura y en una obligación impuesta por la dominación capitalista, que los hace desgastar su vida trabajando el doble bajo la permanente amenaza del desempleo. El trabajo como gasto de energías físicas e intelectuales para la producción de mercancía y la valoración del capital, convirtiéndolo en un mero medio de subsistencia, convirtiéndose en una mercancía para los bolsillos de los mercaderes.
No hablamos del trabajo que el modelo capitalista promueve que despersonaliza a la persona, anulando sus potencialidades creativas y cualidades humanas del trabajo vivo enfrentado al trabajo muerto, a las máquinas, que se impone sobre la persona, que la desnaturaliza al maquinalizarla.
Estamos hablando del proceso maravilloso de intercambio y mediación entre el ser humano y la naturaleza inserto en relaciones sociales, el hermoso sueño de repartir el trabajo entre todos, reduciendo el trabajo necesario de producción y aumentando el tiempo libre de ocio y de disfrute para el conjunto que solo una sociedad igualitaria podrá garantizar.
Para nosotros, estos sueños jamás se cumplirán sin crear las condiciones y las organizaciones que se lo pongan como objetivos, y sobre todo que los trabajadores jamás sean parte de proyectos políticos de sus patrones.
Por eso pensamos que en esta fecha tan especial, en recuerdo de quienes han luchado por ofrecerle otras condiciones de vida a nuestra clase trabajadora, creemos que es importante recordar el sentido más profundo del trabajo para nuestro pueblo, que no es una pelea por un mero puesto de trabajo esclavizado, ni cupos y menos aún de planes sociales que justamente lo que hacen es condenar a millones de personas a la mera subsistencia.
El reto es devolverle al trabajo su dimensión antropológica, negada por la hegemonía de un enfoque económico que lo ha pervertido y que a la vez lo ha extendido a todas las dimensiones de la vida. La recuperación del valor humano, personal y social que tiene el trabajo como componente en los procesos de humanización de la especie.
Nos convocamos y convocamos para construir lo necesario para erradicar la explotación y los explotadores sin lo cual seguiremos en la esclavitud capitalista.
Ese trabajo que en los barrios asoma tímidamente cuando nuestra gente se organiza frente a un Estado que los niega y los convierte en mendicantes.
El trabajo que nos convierta nuevamente en sujetos protagonistas de la transformación de nuestros pueblos.
El trabajo que jamás podrá realizarse bajo el yugo del capitalismo imperial.
Por eso, es importante recordar, que cuando hablamos de nuestras luchas por una sociedad sin explotadores, ni explotadores, estamos hablando nada más y nada menos de la plena realización del ser humano en toda su expansión en la que sin duda su soporte principal lo constituye el trabajo.
Salud a todos los trabajadores y trabajadoras que luchan por estos sueños y que luchan para hacerlos realidad.
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